¡Aquí Soy!

- Fibras y puntadas marcan puntos de luz y energía y llevan al viajero en un recorrido donde un solo detalle encierra toda la maravilla del ser femenino -

 

Los primeros exploradores llegaron a este maravilloso e incierto territorio por error. Trazaron caminos, se encontraron con seres y elementos naturales que los sorprendieron,  pusieron nombres, dejaron cruces, dibujaron sobre la geografía americana. Algunos naufragaron y se olvidaron de sí mismos ante las maravillas encontradas. Sus recorridos por tierra y por mar quedaron registrados en la historia como una marca de vida y de muerte, como una mezcla de lo real y lo inventado. Las crónicas y las cartas de la conquista nos hablan de paisajes habitados por especies nunca antes vistas. Aguas caudalosas, selvas impenetrables, desiertos anaranjados, focos de luz y de viento, frutas asombrosas, los olores desconocidos y cielos estrellados de nuestra geografía alucinaron a los conquistadores hasta la locura.  Desde el siglo XV, los viajeros han seguido transformando los trazos, los puntos, los recorridos, las rutas, de acuerdo a sus deseos y a su forma de percibir nuestros territorios. 


 

En diferentes épocas, el trazo del cartógrafo marca y distingue elementos particulares que reflejan maneras de pensar y de percibir la realidad.  La tierra no siempre ha sido la guía para desplazarse o para ubicarse en un espacio. En el desierto, extensión infinita sin fronteras, sin entradas ni salidas, los habitantes miran hacia el cielo buscando coordenadas en el sol y en las estrellas; en la densa selva, los sonidos de los arroyos y los ríos o los cortes de los troncos indican el rumbo. 

Nuestra fascinación con los mapas, su historia y sus transformaciones tiene que ver con la manera en que representamos y nos representamos gráficamente. Así como los exploradores imaginaron el espacio, lo dibujaron y lo fueron trazando de una forma real o fantástica, asimismo es posible trasladarse al mapa del cuerpo, recorrer sus formas reales, señalar sus caminos, delimitar sus contornos y mantener los silencios.  Leer e inventar, reconocer y soñar. Son increíbles e inagotables las conexiones que se pueden establecer entre la geografía y la anatomía, en una y otra la trama de hilos hace que la vida fluya.  Un cuerpo es una travesía por  líneas, colores, marcas, pliegues, límites, alturas, profundidades y cicatrices que hablan de lo vivido. Un mapa es una noción de algo, nunca un dibujo exacto y único de lo ocurrido. 

Parecería que en cada lugar de la tierra la geografía indica la manera de representar el cuerpo. Aprendimos del Oriente las conexiones entre lo que percibimos a simple vista y lo que está oculto. Vestidos rectos y coloridos  ocultan historias profundas que transcurren debajo de las telas. Europa, como una mujer hermosa y madura deja caer telas suaves dibujando formas sencillas sin pretensiones. Las Américas, más jóvenes e inexpertas, se angustian por revelar la belleza y se esfuerzan en borrar el rastro del tiempo, las líneas del placer y del dolor. Por fortuna hilos largos y flexibles nos conectan a todos y nos ayudan a mirarnos y  a mirar distinto nuestra geografía, a deleitarnos con el mapa de vida que nuestro cuerpo revela.   


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La nueva colección de OnA, 2010, “Aquí SOY”, se inspira en el arte de representar sobre un papel y luego sobre tela, elementos que dejan leer el mapa de un cuerpo femenino.

Con trazos que se sienten y se ven, las prendas enseñan recorridos donde se reconoce la mujer OnA. Fibras y puntadas marcan puntos de luz y energía y llevan al viajero en un recorrido donde un solo detalle encierra toda la maravilla del ser femenino.

Puntos, rayas, números y pliegues definen contornos. Cortes que reúnen el afuera y el adentro revelan lo que hay detrás o debajo. En las piezas que representan la esencia de la colección y que llevan su nombre “Aquí SOY”, un bordado, unos puntos suspensivos, una flecha, nos llevan a ese lugar que queremos habitar.